LAS ENCUESTAS DE OPINION
Por: Pedro Segundo Conde Regardiz
Las encuestas de la opinión pública se originan, en parte, en Francia con el célebre André Siegfried, quien realizó estudios acerca de los factores explicativos del comportamiento electoral, originándose la disciplina Geografía Electoral como un área científica separada de la Geografía Humana. Para Siegfried: "hay climas políticos como hay climas naturales", y preparó mapas electorales en función de las causas de la conducta de los electores en las regiones de Francia. Pero, fue en Estados Unidos donde Paul Lazersfeld desarrolló las encuestas de opinión como un análisis sociológico de las conductas de los electores.
Hay dos tipos de medidas: las estimaciones y las encuestas de opinión. La estimación trata de averiguar, mediante la extrapolación, cuál será el resultado final a partir de datos parciales emanados de la propia consulta electoral. Mientras que en las encuestas se busca no solo extrapolar sino prever la conducta de los votantes. Las dos técnicas se basan en operaciones estadísticas con los resultados arrojados por una muestra representativa de un cierta población, esto es, que para estudiar la conducta de los electores no es necesario interrogarlos a todos y cada uno, sino que con solo detectar la intención de un grupo representativo se puede llegar a prever cuál sería la tendencia de la totalidad de donde proviene la muestra.
En las sociedades democráticas se planifican estrategias electorales con los indicadores que arrojan las encuestas, a pesar de fallas relacionadas con la forma de hacer la selección de los integrantes de la muestra, con el tipo de preguntas y con la manera de hacerlas. El error más corriente es tomar como causa de una conducta electoral lo que es una simple motivación, que no explica en profundidad los resultados electorales. Se dice que confundir la motivación del comportamiento social con su causa es presumir que los actores sociales comprenden su conducta, lo cual es falso, pues quebranta el principio de Durkheim de la no transparencia de los hechos sociales. No tiene mucho sentido decir que votará por AD el 70% de los electores por su descontento con el Gobierno, pues busca la explicación en la motivación, lo cual no quiere decir que carece de importancia el análisis de ésta.
En Venezuela es ya común hacer encuestas de opinión para tratar de averiguar las preferencias de los votantes en un momento dado. A juzgar por las predicciones anteriores y los resultados concretos de las elecciones, aquí las deficiencias se multiplican, quizá, porque hay una fuerte demanda que lleva a desdeñar la calidad de la preparación de las encuestas. Además, los usuarios de estos servicios carecen de técnicos que valoren la información que acarrea una encuesta, y que permita decantar empresas serias observando también la confiabilidad de sus métodos. De todas partes surgen empresas encuestadoras y presuntos equipos sofisticados que luego no se saben manipular o son la maraña donde se pierden numerosos votos opositores.
Sorprende en Venezuela el mal humor que se apodera de cierta dirigencia cuando se anuncian resultados adversos a su candidato. Una reciente manifestación de este estado de ánimo fue, por una parte, la "guerra de encuestas" auspiciada por el Gobierno para tratar de convencer que su candidato es el favorito, pero que en el fondo lo que busca es crear una conciencia colectiva que justifique escamoteo de votos durante el 7 de octubre, y, por la otra, las declaraciones imprudentes diciendo que hay un "empate técnico", a pesar de que Chávez está acostado. Quiere decir que cuando se levante, arrasa. Estos comentarios no ayudan la estrategia de Capriles, quien debería insistir, además, que esto no es juego y que se trata de decidir si se continúa con el castro-comunismo destructor y alienante o se retoma la senda democrática moderna para el pleno desarrollo nacional.
Caracas, 25 de mayo de 2012.
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